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17 de Tamuz: inicio de las Tres Semanas de duelo

Jul 09, 2020

🌑 Tishá B’Av: el eco de las ruinas

Cada verano el calendario judío nos conduce a un día que parece interminable: el 9 de Av. En 2020, cayó entre el 29 y el 30 de julio, y aunque el mundo ya estaba paralizado por la pandemia, el corazón del pueblo judío volvió a detenerse para recordar las ruinas de Jerusalén.

No es un ayuno cualquiera. En Tishá B’Av no comemos ni bebemos, nos sentamos en el suelo como dolientes y leemos Eijá, el libro de Lamentaciones. No es teatro ni tradición vacía: es revivir las heridas más profundas de nuestra historia.

Los sabios del Talmud enumeraron cinco tragedias que ocurrieron en esta misma fecha:

  • el decreto contra la generación del desierto,

  • la destrucción del Primer Templo,

  • la destrucción del Segundo Templo,

  • la caída de Betar,

  • y la devastación de Jerusalén.

Cinco heridas abiertas que atraviesan los siglos y siguen sangrando cada vez que olvidamos la unidad, cada vez que el odio gratuito (sinat jinam) sustituye al amor gratuito (ahavat jinam).

En 2020, Tishá B’Av se vivió distinto. Las sinagogas estaban vacías, muchos escuchamos el llanto de Eijá a través de pantallas, y aun así el eco de las ruinas se sintió más fuerte que nunca. En medio de la pandemia, comprendimos que la fragilidad del mundo es también un llamado a reconstruir.

La Torá nos recuerda desde el inicio:

“No asesinarás” (Éxodo 20:13).

Y en otro lugar declara:

“Y creó Dios al ser humano a Su imagen” (Génesis 1:27).

Cada vida humana es un reflejo de lo divino. Cuando los muros de Jerusalén cayeron, no fue solo piedra lo que se derrumbó: fue el corazón de un pueblo que olvidó que la violencia contra el prójimo es violencia contra la Presencia Divina.

El Talmud (Yomá 9b) nos confronta sin suavizar: el Segundo Templo no fue destruido por falta de Torá ni de mitzvot, sino por odio gratuito (sinat jinam). Es decir, por un veneno que nace cuando dejamos de ver la chispa de Hashem en el otro.

Y la Mishná nos eleva con una advertencia eterna:

“Quien destruye una sola vida, es como si destruyera un mundo entero; y quien salva una sola vida, es como si salvara un mundo entero” (Sanedrín 4:5).

Tishá B’Av no es, entonces, un recuerdo lejano, sino un espejo. Nos dice: la historia se repite cada vez que permitimos que la indiferencia, el prejuicio o la violencia ganen terreno.

El duelo de Tishá B’Av no termina con el ayuno. Las lágrimas que derramamos no son para quedarnos en la tristeza, sino para despertar. Los sabios enseñan que las ruinas son también semillas: en el lugar más oscuro germina la esperanza.

El profeta Isaías nos llama con voz clara:

“Aprended a hacer el bien; buscad la justicia, socorred al oprimido” (Isaías 1:17).

Este mandato se escucha con más fuerza en un mundo que sigue marcado por la pandemia, la desigualdad y la violencia. El dolor de Jerusalén destruida se conecta con cada injusticia que vemos hoy: desde la discriminación hasta la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno.

El Talmud (Shabat 54b) enseña que quien puede protestar contra la injusticia y no lo hace, comparte la responsabilidad. Guardar silencio ante el odio, sea en nuestras comunidades o en la sociedad, es levantar otro muro de separación en vez de derribarlo.

El antídoto es claro: ahavat jinam, el amor gratuito. Si el odio gratuito destruyó el Templo, solo el amor gratuito puede comenzar a reconstruirlo.

Al caer la noche después del ayuno, el corazón queda sensible. Hemos recordado la destrucción, hemos llorado, pero también hemos escuchado un susurro: la redención comienza en nosotros.

El profeta Zacarías nos ofrece una promesa:

“Así dice el Eterno: el ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría” (Zacarías 8:19).

Tishá B’Av no será para siempre un día de lágrimas. Será transformado en un día de júbilo cuando aprendamos a sanar las divisiones, a ver la chispa divina en cada rostro, y a responder al odio con actos concretos de bondad.

🌟 Llamado a la acción:

  • Ama gratuitamente. Una palabra de aliento puede levantar un muro caído en el corazón de alguien.

  • Denuncia la injusticia, aunque parezca pequeña. El silencio alimenta la ruina.

  • Recuerda que cada vida es un mundo entero. Cuidar de uno es cuidar de todos.

Así, en medio de las ruinas, comenzamos a reconstruir. No con piedras ni murallas, sino con compasión, justicia y unidad.

✨ Yudy Lantigua ✨

Bienvenido a un espacio donde la Kabbalah se convierte en una guía práctica para transformar tu vida. Aprende cómo aplicar principios espirituales en tu día a día para alcanzar plenitud y propósito.

Toma Accion

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